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TIEMPO-PERMANENCIA

Uno de los primeros elementos que permiten entender mejor la arquitectura japonesa de los años 60 es la percepción del tiempo. En la cultura japonesa el tiempo se comprende de forma diferente a la cultura occidental, por ese motivo es importante reflejar algunas ideas básicas al respecto. La permanencia de los elementos cobra mucha más importancia en la cultura occidental: en arquitectura las construcciones deben hacerse para permanecer inamovibles en el lugar, de tierra, cerámica y piedra. Esta tendencia se diluye en las zonas limítrofes de la cuna de la cultura occidental, pero sigue teniendo importancia la durabilidad de los elementos. En Japón, quizás por la violencia de las inclemencias meteorológicas, por los materiales de construcción empleados o otros factores culturales, la idea de permanencia tiene menos valor o importancia. El tiempo se entiende como el cambio que coexiste a la vida diaria de forma inevitable. Incluso se le llega a dar un valor positivo en las situaciones que nos parecerían más desfavorables. Por ejemplo, en las primeras construcciones modernas que se produjeron en el país, los japoneses más tradicionales renunciaban a un mayor confort climático en sus viviendas, aludiendo al beneficio de percibir el paso de las estaciones como proceso natural en el habitar. 

 

Por ese motivo, no sorprende que en las propuestas metabolistas el crecimiento y el cambio sean características básicas. Así, en proyectos cómo la Linear City de Kisho kurokawa se proyecta una ciudad lineal con capacidad para extenderse por el territorio a lo largo del tiempo. De hecho prácticamente todos los proyectos metabolistas entienden esa concepción del tiempo como elemento de cambio permanente. Pero no se trata sólo de la capacidad de generar estructuras pensadas para un desarrollo futuro. Hay distintos proyectos que presentan características curiosas en este desarrollo; difíciles de entender sin la base de la tradición. Podemos hablar por ejemplo del proyecto de Marine City, de Kiyonori Kikutake, basado en una serie de islas flotantes que en el momento de quedar obsoletas o inservibles se pueden hundir en el fondo del mar para construir otra nueva. Esta idea evidencia la falta de apego hacia la permanencia de las construcciones, la total facilidad de asimilar la destrucción y la regeneración como bases del proyecto.

 

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